Crecimiento: contrapunto entre Guzmán y los analistas económicos sobre cuánto crecerá la actividad este año

El ministro de Economía, Martín Guzmán, adelantó ayer que espera un crecimiento de 8% de la economía este año, luego de la caída del 10% de 2020, producto de los efectos de la pandemia. El relevamiento de expectativas (REM) entre las consultoras privadas, que realiza cada mes el Banco Central, sin embargo, muestra que en promedio los economistas proyectan un crecimiento de 6,8%.

“Hoy la Argentina está viviendo una recuperación económica que es sólida. Acabamos de revisar al alza las proyecciones del crecimiento del Producto Interno Bruto (PBI) al 8% para el año 2021. Esta recuperación no surge de la nada, es el resultado de políticas públicas que se han venido implementando en un contexto que ha sido absolutamente excepcional”, dijo Guzmán, ayer, en el Congreso de la Producción y el Trabajo.

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El economista Martín Vauthier, de la consultora Anker, indicó que están esperando un crecimiento en la zona del 7% para este año, que tiene que ver con arrastre estadístico. “Cuando uno mira la serie del estimador mensual de actividad económica [el EMAE que publica el Indec], que hay que tomarlo con pinzas porque suele revisarse el dato hacia atrás, muestra que la economía alcanzó su piso en abril del año pasado en el marco de las fuertes restricciones por la pandemia, y que a partir de ahí fue creciendo todos los meses hasta que alcanzó su techo en enero. A partir de febrero, la economía empezó a encontrar los límites para pasar del rebote a un crecimiento genuino”, señaló.

A su juicio, dice, detrás de esas dificultades que tiene la economía para crecer está la incertidumbre en torno a la macroeconomía y la debilidad de la demanda de pesos. “Para que la economía pueda crecer, se necesitan dólares. Pero la contracara de que la demanda de pesos sea tan débil es que la demanda de dólares es muy fuerte, y entonces obliga a poner restricciones y se generan presiones cambiarias y una inflación elevada, que golpea sobre los ingresos y el consumo”, dice Vauthier.

Por lo tanto, este incremento de 7% u 8% que estiman para este año será el resultado del arrastre estadístico, pero no se sentirá en la calle. “La política más expansiva que pueda haber hoy es estabilizar la macroeconomía y recuperar la demanda de dinero. Eso permitiría aflojar las presiones en el mercado de cambios”, opinó.

Melisa Sala, economista de LCG, coincide en que, en este contexto, y después de haber caído 10% en 2020, crecer 6,8% u 8% anual no hace la diferencia. “Dependerá de la tracción que puedan ejercer los últimos meses del año. Pero hay que recordar que el crecimiento (o rebote) se había frenado ya en febrero y marzo, antes de que se aplicaran las nuevas restricciones para moderar el impacto de la segunda ola. El crecimiento de junio responde al desplome de abril y mayo y, en total, en lo que va del año el crecimiento es de sólo 1,4%. El 6,8% u 8% está ‘inflado’ por la baja base de comparación que dejó 2020. Hay seis puntos porcentuales de arrastre estadístico ahí adentro”, explicó.

Guzmán destacó en su disertación de ayer que el crecimiento surgía de las políticas públicas que se habían implementado. En este punto, Sala coincide en que hay una parte que se debe a la gestión del Gobierno, sobre todo a la vacunación, “pero también lo es la caída del 10% en 2020, muy por encima del resto de los países de la región, cuando todos estuvieron afectados por la pandemia”.

Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Equilibra, agrega que las políticas de IFE y ATP, que sostuvieron los ingresos el año pasado, fueron una buena medida, pero que sirvieron para paliar los efectos de una de las cuarentenas más duras. ”Salvo Perú, que cayó 11%, somos de los que más cayó en la región; Brasil lo hizo en torno al 5%”, señala.

Además, indica que el Gobierno tiene la responsabilidad de ordenar la economía y que “hizo parte de la tarea”. Como ejemplo, dice que se podría haber firmado un acuerdo con el FMI a comienzo de año y no se hizo, mientras que ahora se correrá a contrarreloj para acordar antes del 31 de marzo próximo.

“También el contexto internacional este año fue único, muy favorable. A fines de 2020 había una brecha cambiaria muy grande, reservas netas mínimas, era urgente un acuerdo con el FMI y las previsiones de recuperación eran parciales. Después, el precio promedio de la soja aumentó de US$350 a US$500 la tonelada, lo que le aportó solo por precios más altos US$10.000 millones de divisas al país. Además, llegaron los US$4300 millones del FMI por los derechos especiales de giro. Lo que sí es mérito del Gobierno es la reestructuración de la deuda con privados”, dice Sigaut Gravina.

Por último, y no menor, es esperar a saber el efecto que podría tener la variante delta en la economía, si obliga o no a tener que aplicar nuevamente medidas restrictivas para contener su circulación. Más detalles sobre las proyecciones del ministro de Economía se conocerán el 15 de septiembre, cuando deba enviar al Congreso la ley de Presupuesto 2022.

“La primera mitad del año estuvo marcada por altibajos, pero el segundo semestre la actividad mejorará levemente con menos vaivenes, aunque la llegada de la variante Delta es un riesgo que podría impactar en la recuperación. Incluso considerando este riesgo, esperamos que el PBI cierre el año con una suba de 7,4%. Si la actividad se quedara en el nivel actual de todas formas sería 6,8% más alta que el año pasado, es decir que esperamos algo más de crecimiento, pero nada espectacular”, estimaron en la consultora EconViews.