Brasil – Argentinas, por las Eliminatorias: el clásico que no se jugó en la cancha tendrá sus capítulos en el escritorio
El clásico de las Américas, trunco en la cancha, se jugará en los escritorios. La Unidad Disciplinaria de la FIFA recibirá el informe del árbitro venezolano Jesús Valenzuela y escuchará los descargos de todas las partes involucradas: la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), la AFA y Conmebol. Luego, dará su veredicto.
Pero ése será apenas el primer paso. Porque quien se sienta perjudicado por la primera decisión podrá apelar ante la Cámara de Apelaciones de la propia FIFA. Otra vez, audiencias y trabajo para los abogados de ambas partes. Más tiempo. Habrá otro fallo de ese órgano. Y una tercera instancia de alzada: el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en otra ciudad suiza, Lausana. Hasta allí puede llegar la definición de un partido que escandalizó al fútbol mundial.
Conmebol y FIFA se mostraron ayer sorprendidos por lo que sucedió en San Pablo. “Es peligrosísimo lo que ocurrió”, dijeron desde Luque, en las afueras de Asunción, donde está emplazada la Confederación Sudamericana. En Suiza, cerca de Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, tampoco se alegraron por la suspensión del encuentro que tenía a Neymar y Lionel Messi como grandes atracciones y estaba vendido a medio mundo. El antecedente no es bueno para ningún estamento del fútbol mundial.
“En Conmebol se jugaron más de 300 partidos, independientemente de las decisiones sanitarias adoptadas por los gobiernos de cada uno de los países. Hay un protocolo común para todos los partidos de fútbol que garantiza las excepciones”, recordaron desde la Conmebol. Ese documento se aprobó en julio de 2020 y fue firmado por los diez países que integran el Mercosur.
El protocolo de la FIFA para la reanudación de los partidos tomó varios ítems de su análogo sudamericano: uno de ellos es el de la competencia de los países organizadores. El equipo (o la federación) local debe garantizar los permisos sanitarios que se precisen para jugar el encuentro. Si se ve imposibilitado de hacerlo debe pedir el cambio de sede y será la confederación local (en este caso, Conmebol) la que decida dónde disputar el encuentro. La CBF brasileña nunca comunicó la imposibilidad de conseguir que los futbolistas argentinos que militan en la Premier League disputaran el partido en el Arena Corinthians. Por eso todo siguió su curso.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino (Sebastian Gollnow / dpa/)
La clave legal será, entonces, saber si hubo o no incumplimiento en los deberes de organizador por parte de la CBF. En rigor, el partido se interrumpió por una cuestión de fuerza mayor (hubo cuatro personas que invadieron la cancha). A instancias del veedor de la Conmebol, y para evitar un problema mayor, el seleccionado argentino se fue al vestuario, quedando sus derechos deportivos a salvo. Nadie podrá decir ni, mucho menos, justificar, que el seleccionado argentino abandonó.
Un experto en derecho deportivo consultado por LA NACION aventuró un escenario posible: que el resultado del partido se torne “abstracto”. ¿Cómo podría darse? Sencillo: las tres instancias procesales (Unidad Disciplinaria de FIFA, Cámara de Apelaciones de FIFA y TAS) demandan tiempo. Puede ocurrir (y es lo más probable) que cuando el último tribunal de alzada se expida las eliminatorias sudamericanas hayan terminado. Y que tanto la Argentina como Brasil consigan clasificarse sin problemas siendo 1-2 del continente. En ese caso, los tres puntos en disputa no cambiarían la tabla de posiciones ni los equipos que obtendrían su pasaje a Qatar 2022. La resolución no tendría ninguna consecuencia. Así, la eliminatoria sudamericana va camino a un asterisco que podría perdurar hasta el final de la competencia.
(ARCHIVO) En esta foto de archivo tomada el 7 de julio de 2019, el presidente brasileño Jair Bolsonaro (izq.) Saluda al presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, antes de la final del torneo de fútbol de la Copa América entre Brasil y Perú. en el Estadio Maracaná de Río de Janeiro (archivo/)
“Que fallen en 48 horas. Esto amerita una resolución urgente”, pidió un dirigente que siguió todo lo que ocurrió en Brasil por teléfono. Es una situación sin antecedentes a nivel de eliminatorias y debe ser resuelta por la FIFA, dueña del Mundial. Si lo hará o no a corto plazo es otra historia, sobre todo porque su relación con la Conmebol no pasa por el mejor momento. Es más, se anticipa toda una batalla por los votos para la aprobación del Mundial cada dos años. UEFA, aliada de Conmebol, ya anticipó que votará en contra. FIFA se ufana de tener de su lado a Asia y África.
La Agencia de Vigilancia de la Sanidad (Anvisa) brasileña también tendrá mucho para aportar. Su decisión de “hacer cumplir la ley” chocó contra el protocolo de “burbuja sanitaria” invocado por la Conmebol y ratificado tanto por la propia CBF como por la AFA. La supuesta mentira de los cuatro argentinos de la Premier League a la hora de cumplimentar sus trámites migratorios (la AFA lo niega) fue el salvoconducto que necesitaba la Anvisa para actuar. Por más que fuera una exigencia de las autoridades brasileñas, la delegación albiceleste viajó en cumplimiento con los protocolos de Conmebol, tal como aclaró la AFA en un comunicado. Por lo tanto, bajo el paraguas de esas normativas, el asunto ya no era sanitario, sino político.
El último dato lo aporta la planilla del partido: Conmebol y FIFA habilitaron a los tres argentinos elegidos por Lionel Scaloni para disputar el encuentro. La propia CBF indicó que podían jugar. No había ningún impedimento deportivo ni, supuestamente, sanitario. ¿Por qué la Anvisa esperó tanto para “hacer cumplir la ley”, como ella misma asegura? Hacerlo antes implicaba un riesgo: que no existieran “garantías de seguridad” para el próximo partido de Brasil contra Perú. Y que la Conmebol sacara al Scratch de Recife para mandarlo a un estadio neutral. Nadie quiso asumirlo.