Pinamar en invierno
Bien lo sabemos quienes la frecuentamos desde hace décadas en distintas épocas del año: fuera de temporada Pinamar, como otros balnearios de la costa atlántica, parecía hasta no hace tanto, una ciudad fantasma, deshabitada y con mínimo movimiento.
Impresiona el cambio: en pleno invierno, la mayoría de los locales están abiertos y ya no es tan fácil conseguir estacionar en el centro comercial.
Más allá del turismo eventual -es ostensible el mayor caudal cualquier fin de semana-, ya hay unos 55.000 habitantes estables, un crecimiento exponencial que acentuó la pandemia y sus cuarentenas a repetición. Se calcula que más de 1500 familias se afincaron en estos tiempos de Covid y el fenómeno no se ha detenido.
Efecto positivo de un peso tan devaluado es el boom de la construcción. Aumentó un 156% en el último año y es palpable a la vista: en cualquier recorrida se advierten cuadrillas de obreros trabajando en pozos y esqueletos de casas y departamentos.
Aumentó el número de alquileres anuales y ya hay reservas para el próximo verano, algo que no solía suceder antes de octubre. Un dato menor, pero ilustrativo: en las canchas de golf se registra hasta un 40% más de jugadores.