Pastelera por hobby. Trabaja con números pero se volvió viral replicando recetas de galletitas, budines y tortas de marcas famosas

Esos anillitos de Terrabusi con glaseado rosado que buscamos dentro de la bolsa de Variedad. El esponjoso budín de limón y el húmedo pan de banana de Starbucks. Las adictivas galletitas de limón de Havanna. Las negrísimas Oreo y las mentas bañadas en chocolate de Felfort. Las queridas galletitas Tita. Estas son algunas de las especialidades golosas que Silvina Rivero eligió replicar con recetas detalladas en su cuenta de Twitter.

Comenzó como un juego y se convirtió en un fenómeno viral: tan sólo los anillitos cosecharon más de 20.000 likes, con decenas de personas haciéndolos luego en sus casas y subiéndolos a la red social. “Lo primero fue la pastelería de Starbucks. A mí me encanta y una vez leí de alguien lamentándose por el precio. Entonces se me ocurrió ver si podía replicarla de manera casera. Subí el budín de limón, los muffins de arándanos, el pan de banana, los scons de quesos, y la gente se reenganchó: me empezaron a compartir sus fotos, muchos por privado porque les daba vergüenza y me preguntaban qué me parecía” cuenta Silvina.

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Galletitas de limón, como las de Havanna, pero hechas en casa.

Dedicado a la niña interior

Hasta hace apenas dos años, Silvina jamás imaginó dedicarse a la pastelería. Ella estudió en realidad Administración de Empresas y desde hace años que trabaja en ese rubro: pasó por agencias de publicidad, por importadoras y actualmente maneja sueldos y pago a proveedores en un colegio bilingüe. El amor por la cocina le llegó de imprevisto: “Siempre me gustó cocinar pero era algo muy de entrecasa. Hace doce años mis padres se separaron, eso me pegó muy fuerte. Yo tenía treinta años pero me sentía como una niña de cinco. Entonces mi terapeuta me recomendó que empezara un hobby, que hiciera algo para dejar de estar tan enganchada con esa crisis. Me anoté en el Gato Dumas para hacer pastelería y mi cabeza hizo un click: me encantó la creatividad que te permitían los postres, también la exigencia técnica. Yo amo las planillas de Excel y los números, y la tiene algo de metódico que me encanta”.

Anillitos glaseados.

Más allá de ese amor repentino, faltaba una pandemia para que Silvina imaginara convertir esta pasión en una posibilidad laboral. Con el home office obligado, pasó de estar nueve horas por día en la oficina para trabajar desde su casa. “Ahí podía organizar de otra manera mis tiempos, y con más horas disponibles empecé a subir recetas a Twitter. Cada receta que subía me seguían más personas. Era muy loco, porque yo no soy nadie, no tengo una historia de pastelera detrás. Muchos incluso me preguntaban si vendía lo que preparaba. Recuerdo que lo primero que subí fue algo muy simple, un alfajor de Maizena, con la idea de que la pudieras hacer en tu casa para los chicos. Luego hice una carrot cake que tuvo mucho éxito”, cuenta. De 1.000 seguidores, en un año su cuenta sobrepasó los 20.000. Este envión la animó a abrir Granas Dulces, su tienda a pedido.

Símil Oreo, un clásico que gusta a todos.

Las redes sociales, el gran desafío

Entender las redes sociales fue uno de sus mayores desafíos. “Me mataba haciendo la súper torta y nada, tenía diez likes. Y hacía un bizcochito y subía 2.000 seguidores en una semana. En muchos casos la gente precisa de algo simple, que sea rápido, rico, económico y casero”. Hoy Silvina alterna entre recetas de tortas clásicas con otras más fáciles, incluyendo sus réplicas de dulces famosos. “Me gusta lo clásico: lo que más vendo en Granas Dulces son los cannoli, que son como los que nos hacía en mi casa nuestra abuela italiana cuando eramos chicos”.

Igualito en sabor y aspecto al budín de limón de Starbucks.

Las reglas suelen indicar que Instagram es la mejor red para la gastronomía, pero hoy hay un grupo de emprendedores que encontró en Twitter su lugar de pertenencia. Mientras que Instagram es más vertical (uno muestra, el resto mira), Twitter permite la interacción horizontal, generando redes de emprendedores que se apoyan entre sí. Ahí están por ejemplo Ariel Signetti con sus embutidos, Huberto Bourlon con sus fantásticas mermeladas, Facundo Milanessi con sus garrapiñadas, Kalí Órexi con sus sales y aderezos, Séptimo Becu con sus salsas. “Es una comunidad relinda, donde nos animamos y ayudamos. Hay algo de sinceridad en Twitter, para bien y para mal, que no ves en otro lado. Y si vos tenés buena onda, recibís una respuesta muy positiva”, asegura.

En una reciente encuesta sobre qué otros dulces hacer, los seguidores de Silvina votaron clásicos como la Vauquita, los habanitos de chocolate y los Cabsha. Mientras, ya están en marcha las merengadas con esa suerte de chicle rosado en su interior; y también unas símil Rumba o Melba que pronto verán la luz.

Prueba y error

Querés saber como es mi TORTA OREO?
Tres capas de bizcochuelo de cacao amargo negro, dulce de leche y crema chantilly @TregarOk

Encontrála en mi tienda virtual https://t.co/hpPsqDNiIS pic.twitter.com/qjri1XyUEL

— Silvina (@Silnari) August 25, 2021

Detrás de este éxito se mezclan distintas causas: hay cierta nostalgia por sabores de la niñez, que se acentúa con personas que viven fuera del país. “Me escriben de todos lados felices por volver a probar sabores de la Argentina. La otra vez me mandó un mensaje alguien de las Islas Fiji… ¡a mí que estoy sentada en mi sillón de Villa Devoto! Muchos también agradecen porque lo casero es más barato que lo comprado. Y otros porque pueden darle a sus chicos aquellas cosas que les gusta, pero sin conservantes ni saborizantes industriales”.

El proceso de estas réplicas es de prueba y error, hasta lograr algo lo suficientemente parecido. Con Starbucks contó con ayuda: encontró un recetario perdido en un sitio web con varias recetas originales. “La que más me cuesta es su budín marmolado. De aspecto me sale igual, de sabor es similar, pero la textura que logro es más compacta. Acá mi hija de 16 años es mi mejor crítica. Le doy siempre de probar lo que hago y ella me dice si está parecido al original o si me fui a cualquier lado”.

A fin de este año, Silvina ya avisó al colegio que dejará su puesto en la administración para dedicar tiempo completo a su pastelería, donde hoy ya ofrece latas completas de anillitos, torta oreo y cannoli sicilianos, entre otros. Un mundo dulce al alcance de la mano.