Motos: las demoras en los permisos para importar les ponen un límite a las ventas
El sector de las motos tuvo una de cal y una de arena en agosto: por un lado, sus ventas crecieron 32,2%, respecto de igual mes de 2020 (35.184 vs. 26.611), y en el acumulado del año se patentó un 46% más de unidades que en idéntico lapso del año pasado (235.407 contra 161.244); pero, por el otro, sufren trabas a las importaciones tanto de motovehículos como de sus partes, algo que le pone un límite al crecimiento de su comercialización.
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Fuentes del mercado y de la industria confiaron a LA NACION que “está difícil el tema de importación, tanto de piezas para producción local como de modelos armados”. Se trata de una problemática que también sufren las automotrices, tal como publicó este medio hace una semana: las trabas oficiales a las importaciones se intensificaron en agosto y eso restringe mucho la oferta de modelos.
El presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara), que tiene su división Motovehículos, Ricardo Salomé, lo deslizó en el mismo comunicado en el que se detallaban las buenas ventas de agosto. “Al igual que lo que manifestamos con los autos, sigue restringida la oferta de muchos modelos, lo que limita las posibilidades de crecer aún más”, señaló el directivo.
Consultadas sobre esta cuestión, fuentes del Ministerio de Desarrollo Productivo, encabezado por Matías Kulfas, negaron que exista un inconveniente con el ingreso de motos o de sus partes. “Las fábricas están abastecidas en función de los pedidos y la programación hechas por las propias terminales”, expresaron desde esa cartera.
En tanto, una fuente de la industria comentó que no es raro que se produzca algún cuello de botella justo antes de las elecciones, que es cuando la gente generalmente demanda más porque quiere proteger el poder adquisitivo de sus pesos. “De todos modos, donde más puede producirse una restricción de oferta es en las motos más caras y de más alta cilindrada, ya que son en su mayoría importadas directamente como producto terminado”, agregó.
En la Argentina hay tres esquemas de importación: CBU, que es la moto armada por completo; el CKD, que es la unidad completa pero totalmente desarmada, y el IKD, que es la moto desarmada, pero que no tiene todas las piezas (y se completa con partes que se desarrollan localmente). “Donde más problemas se generan hoy es en el primer caso, pero puede darse que en los otros dos también hayan surgido algunos inconvenientes o demoras que complican la fabricación”, contó la fuente.
Asimismo, desde otra empresa indicaron que, como el trato es en forma individual entre las compañías y el Gobierno, hay casos en los que, ya sea por un malentendido, por una pelea o por un error, se les traba más que a otras la posibilidad de ingresar un motovehículo o una de sus partes. “También puede suceder que, ante la explosión de la demanda, alguna marca haya pedido más unidades que el cupo que ya había acordado en su momento”, acotó la fuente.
Se debe tener en cuenta que, según datos de la Cámara de Fabricantes de Motos (Cafam), 96% de las motos que se venden en el país son producidas localmente, pero eso no quiere decir que las fábricas que arman esas unidades no requieran piezas importadas o no necesiten un permiso para importar en la modalidad IKD, donde, como se explicó, viene una parte de la moto desarmada y el resto se completa con piezas nacionales.
“En estos casos, un retraso en los permisos para importar nos obliga a las terminales a cambiar nuestro mix productivo, lo que, obviamente, entorpece nuestra actividad”, opinaron desde otra compañía.