¿La moda no incomoda?

¡Buen día! ¿Cómo arrancaron el miércoles? Yo tuve una semana un poco rara y ayer me acosté tarde porque vinieron unos amigos a casa a comer un asado y ver el partido. La verdad es que me quedé súper enganchada con el tema flequillos y me pareció que a ustedes les interesó mucho. Por eso, se me ocurrió hacer algunos más sobre el tema, pero mientras escribía el de hoy, empecé a hablar de los flequillos y la moda de turno y me dieron ganas de ampliar un poco la temática y abrir un pequeño debate sobre este tema. A ver qué opinan ustedes…

Como ya hablamos muchas veces, el flequillo es un detalle que, lejos de pasar desapercibido, cambia radicalmente nuestro look e incluso hace que la cara se vea diferente. Es cierto que temporada a temporada los flequillos entran y salen de los cortes de moda. Esto también ocurre con los colores, el largo, el tipo de corte, los rulos, el lacio, etc. Pero el caso del flequillo es, como estilista, uno de los más complicados cuando se ponen de moda ¿por qué? Porque la mayoría de los cambios pueden quedar mal, es cierto, pero muchos son reversibles y prácticamente ninguno genera un cambio visual tan radical como el flequillo. Por ejemplo, me ha pasado que vengan chicas, con cara redonda como una luna y me pidan flecos rectos porque una famosa o sus amigas se lo hicieron. En general, en estos casos trato de explicarles y persuadir a que se hagan un cambio de look diferente que no les haga ver la cara como un chupetín.

Al igual que ocurre con la indumentaria, las grandes firmas (ya sean diseñadores, revistas de moda, etc.) imponen y marcan tendencias que siguen una línea a través de la década, pero que varía temporada a temporada. Probablemente, nosotros casi no lo percibimos a nivel consciente, pero cuando prendemos la tele y vemos a una celebrity (local o internacional) usando una prenda o un corte de pelo que nosotros apreciamos como atractivo, automáticamente lo etiquetamos en nuestra cabeza como «aprobado» y sin darnos cuenta poco a poco vamos formando una idea del estilo que nos gusta y al que aspiremos a la hora de comprar ropa o ir a la peluquería.

Sin embargo muchas veces lo que ocurre, es que esas propuestas de los generadores de tendencias no favorecen a todo el mundo y de hecho puede sentarle muy mal a la mayoría de las personas. Se me ocurren cientos de ejemplos, por ejemplo hace 15 años aproximadamente hubo un boom de usar el pelo bien cortito a lo Celeste Cid. El pelo corto favorece muy pocos rostros y, sin embargo, cuando fue EL hit de la temporada, aunque no nos beneficiara, nos empecinamos en usarlo igual. Hoy en día, salvo aquellas que encontraron EL look en ese corte, nadie prácticamente me pide que le corte el pelo como un varón, sino que se usa bien largo y (últimamente) está empezando el furor por el pelo hasta debajo de los hombros. El pelo largo, tampoco le queda bien a todas las mujeres y en el afán de tenerlo lo más largo posible, la mayoría lo usa con las puntas florecidas y muy arruinado, lo cual nunca puede quedar lindo. Otro ejemplo es el pelo rubio o colorado. Estos son tonos que no le sientan bien a todos los rostros y, no hace tanto, hubo una tendencia a que muchísimas mujeres se tiñan el pelo de platinado. Yendo a un ejemplo más actual, cuando se puso de moda el barrido, 80% de mis clientas se lo hicieron. A algunas les queda bárbaro, pero a otras pésimo y muchas se lo hicieron igual. Tengo una clienta morocha, con un pelo increíble de tez oliva y ojos verdes, que se lo hizo en la peluquería y la técnica estuvo bien, pero el resultado para mí fue nefasto. Pasó de tener un cabello divino, de un color lindísimo y natural acorde a sus rasgos, a un look con puntas artificiales tirando al naranja, que si bien estaba de moda, ya no le resaltaba sus ojos, se le veía desteñido opaco y mucho menos saludable y natural. Entonces, la polémica sería si hay que elegir el look que nos gusta (probablemente impuesto por la moda de turno) o el que mejor nos sienta. Creo que, como en casi todos los debates la solución está en los puntos medios. Tal vez, está bueno probar estilos sólo porque nos gustan, aunque no sean los ideales, pero sin dejar de conocer nuestra fisionomía y respetar que hay cosas que no nos quedan bien y tenerlas en cuenta a la hora de elegir el look. Saber discernir cuando estamos eligiendo un cambio sólo porque está de moda o cuando realmente lo queremos hacer y nos va a quedar bien.

Generalmente, las principales víctimas son las adolescentes que no se conocen tanto, tienen menos personalidad y suelen seguir la corriente a rajatabla (de cualquier grupo de pertenencia que elijan). Cuando vamos creciendo, forjamos nuestro temperamento y gustos y tendemos a «bancárnosla más» a la hora de defender nuestras elecciones. Sin embargo, no se engañen, nadie está exento de las influencias del mundo de la moda y, a modo de ejemplo, para tomárnoslo con humor, les dejo un fragmento de la película «El diablo viste a la moda» que tiene que ver con esta temática.

Lamentablemente, no lo encontré subtitulado pero básicamente la que habla es la directora de la revista Vogue. Su empleada nueva que se ríe cuando discuten qué cinturón elegir entre dos que a ella le parecen iguales y lo que le responde la directora es lo siguiente «Con que vos creés que todo esto no tiene nada que ver con vos… Vos vas a tu ropero y elegís ese suéter azul abultado, por ejemplo, porque estás tratando de decirle al mundo que te tomás demasiado en serio como para preocuparte por lo que llevás puesto. Pero lo que no sabés es que ese suéter no es sólo azul (tampoco turquesa) es cerúleo. Estás tan ciega porque no sabés que en 2002 Oscar de la Renta hizo una colección de vestidos cerúleos y creo que fue Yves Saint-Laurent que apareció con una serie de camperas militares cerúleas. Y entonces el cerúleo apareció en la colección de ocho diferentes diseñadores. Y de ahí se filtró hacia abajo, a las tiendas, hasta terminar en algún trágico rincón de ropa casual, donde vos, sin dudas, lo recogiste en alguna barata. Como sea, ese azul representa millones de dólares y el trabajo de mucha gente, lo que vuelve cómico cómo vos podés creer que elegiste por afuera de la industria de la moda cuando, de hecho, estás usando un suéter que fue elegido para vos por la gente como yo en esta sala.» Obviamente es algo exagerado pero me parece una escena divertida y que en un punto tiene algo de verdad, con respecto a que en general no nos damos cuenta que muchas decisiones a la hora de elegir nuestra imagen no las estamos tomando nosotras 100%, aunque nos creamos que somos las personas más libres o despreocupadas del mundo.

¿Qué opinan ustedes? ¿Se sienten víctimas de la moda en algún punto? ¿Conocen gente que les pasa o les pasó esto? ¿Alguna vez optaron por un corte, un color, un estilo que les quedaba mal sólo porque se puso de moda?

¡Les deseo un excelente miércoles a todas!

Besos

Maia