Es una historia mínima, pero merece ser contada. La descubrimos en redes sociales, a través de una carta de un papá orgulloso. Ocurrió el domingo 26 de agosto por la mañana, en el anexo del San Isidro Club (SIC), en Boulogne. La “menores de 16″ hacía su entrada en calor en la canchita pegada al gimnasio. Los rivales no habían llegado aún. “No van a venir”, arriesgaban algunos padres, pesimistas. Sin embargo, un poco más tarde de lo previsto, el colectivo del club Beromama llegó al establecimiento. Apurados, comenzaron a bajar sus jugadores. La cuenta terminó rápido: eran pocos, apenas 10. No completaban los 15 que exige el reglamento, imprescindibles para ocupar todos los puestos en la cancha (sin contemplar suplentes, por supuesto).

Lo lógico, previsible, hubiese sido suspender el partido. Los chicos del SIC podían haber reclamado los puntos y “ganar en el escritorio”, como se dice ahora. Sin transpirar. ¿Para qué viajó Beromama, desde González Catán hasta San Isidro, con un equipo incompleto? Acá hay que destacar las ganas y el optimismo de su técnico y jugadores. “No sabíamos que iba a pasar, si iban a jugar o no. De repente aparecen cinco chicos del SIC con remeras rojas, que son de entrenamiento, dispuestos a jugar para el equipo rival. Entre ellos lo veo a mi hijo”, cuenta Augusto Telias, periodista y padre orgulloso de Marcos.

Es indiscutible el sentido de pertenencia que tienen los jugadores de rugby con sus clubes. ¿No les molestó jugar con otra camiseta? La misma pregunta le hizo Augusto a su hijo. La respuesta de Marcos: “Fuimos a verlos y nos propusieron jugar con ellos, para completar el equipo. La verdad es que son re buena onda, copados. ¿Qué hice? Jugué lo mejor posible, para ganar, como siempre. Porque está todo bien, papá”.

“La respuesta de mi hijo me emocionó. Porque si bien él es un buen chico, yo esperaba que me dijera ’¡qué fiaca jugar para otro equipo!’. Pero, al contrario, me respondió con mucha alegría. También me emocionó la actitud que tuvieron los compañeros de mi hijo que jugaron para el otro equipo como si fuera el propio”, resalta Augusto.

Diego Sascaro, entrenador del SIC desde hace 16 años, fue quien le propuso a sus jugadores cambiar de camiseta y ayudar al equipo visitante. “No sé si es algo habitual, pero yo lo hago”, añade. ¿Por qué? “Porque la idea principal es que los chicos jueguen. La reacción de ellos fue espectacular, enseguida quisieron hacerlo y lo disfrutaron muchísimo. El rugby tiene eso de colaborar con el otro”, explica.

El coordinador de Beromama, Hugo Sánchez, recuerda con una sonrisa aquel día. Al igual que Augusto, destaca la actitud de los jóvenes del SIC. Pero también resalta el compromiso con el que se manejaron sus jugadores que ese mismo día se enteraron que no llegaban a completar el equipo y aún así decidieron viajar a San Isidro. “Los chicos se enteraron el mismo domingo que no llegaban a 15 jugadores… pero habíamos asumido un compromiso con el SIC y teníamos que cumplirlo. Hubiésemos viajado con quince, veinte, diez o menos. Eso también aprenden con el deporte. Durante todo el viaje, a mis jugadores se les notaba la frustración en sus caras. Ellos no esperaban que el SIC les ‘preste’ cinco jugadores. Como te dije, fueron a cumplir el compromiso, sin esperanzas de jugar. Cuando vieron la actitud que tuvo el otro equipo se sorprendieron, quedaron maravillados de la atención que recibieron”, asegura.

«Los chicos se rompieron para que los del otro club no sientan jamás que les faltaban cinco jugadores», destaca Augusto Telias en su cuenta de Instagram

“El rugby es un deporte hermoso porque juegan todos. Todos son importantes: el más alto, el más bajo, el más rápido, el más lento…”, resalta Augusto. Y dice que es “muy injusto” cuando critican al deporte por actos o actitudes de algunos jugadores. “Es lo mismo que culpar al fútbol por los barrabravas. Son violentos. El que pega a otro una patada en el piso es un violento o un criminal, no importa que deporte practique”, grafica.

El partido oficial de la categoría grupo 1 formativa se jugó entero. Fueron dos tiempos de 35 minutos en los que los jugadores del SIC se alternaron para completar al equipo de Beromama. ¿El resultado? Pocos lo recuerdan porque esa día se sintieron todos ganadores.

Actual plantel M16 del Club Beromama de González Catán